Con la actualización, la pobreza en 2019 llega al 37,2% de la población boliviana. Un año antes, en 2018, con la serie antigua, el índice para la pobreza era del 34,6% y con la nueva subía a 39,9%. El director general ejecutivo a.i. del Instituto Nacional de Estadística (INE), Rubén Aguilar, presentó este miércoles la actualización de la canasta básica de alimentos y de las líneas de pobreza y pobreza extrema. Añadió que los datos se actualizan después de tres décadas y son el resultado de un amplio debate entre las entidades públicas encargadas de ejecutar políticas económicas e instituciones académicas. “Hay razones económicas y técnicas para que el INE realice la actualización de los indicadores de pobreza; la coherencia económica que debe existir para medir correctamente con base a los criterios de la realidad actual. Por otro lado, el INE, en estricto sentido, ya no debe monitorear la canasta básica de alimentos de hace 30 años atrás que, con toda seguridad, incluso la racionalidad nos dice, los resultados estarían sesgados.”, mencionó Aguilar en un comunicado.
La línea de pobreza extrema representa la cuantía monetaria mínima para adquirir una canasta básica de alimentos que permitirá cubrir las necesidades nutricionales diarias de una persona; en tanto que, la línea de pobreza además de incluir los gastos alimentarios, incorpora otros gastos esenciales en bienes o servicios como vestimenta, salud, educación, servicios básicos, vivienda, entre otros. La autoridad explicó que hasta el 2019, el INE realizaba la medición de las líneas de pobreza para el área urbana con base en la Encuesta de Presupuestos Familiares 1990-1991, mientras que para el área rural utilizaba la Encuesta de Evaluación de Impacto del Fondo de Inversión Social de 1997. A partir de la gestión 2020, la actualización de las canastas básicas de alimentos para las ciudades capitales, El Alto, resto urbano y rural, se calculan a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2015-2016.
La EPF 2015-2016 permite contar con canastas para 12 dominios, que incluyen las nueve ciudades capitales, Sucre, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Tarija, Santa Cruz de la Sierra, Trinidad y Cobija, además de la ciudad de El Alto, un dominio de resto urbano y otro rural. Así también dicha encuesta cuenta con información actualizada de los patrones de consumo de la población, y refleja al mismo tiempo, los cambios demográficos, sociales, económicos y tecnológicos, que se han dado en los últimos años. El director señaló que “toda la labor técnica que sustenta esta actualización, fue sometida a los más altos estándares a nivel internacional y fue discutida con un equipo de especialistas del Banco Mundial, los cuales asintieron con la rigurosidad técnica del trabajo”.
Con la actualización, la pobreza en 2019 llega al 37,2% de la población boliviana. Un año antes, en 2018, con la serie antigua, el índice para la pobreza era del 34,6% y con la nueva subía a 39,9%. El director general ejecutivo a.i. del Instituto Nacional de Estadística (INE), Rubén Aguilar, presentó este miércoles la actualización de la canasta básica de alimentos y de las líneas de pobreza y pobreza extrema. Añadió que los datos se actualizan después de tres décadas y son el resultado de un amplio debate entre las entidades públicas encargadas de ejecutar políticas económicas e instituciones académicas. “Hay razones económicas y técnicas para que el INE realice la actualización de los indicadores de pobreza; la coherencia económica que debe existir para medir correctamente con base a los criterios de la realidad actual. Por otro lado, el INE, en estricto sentido, ya no debe monitorear la canasta básica de alimentos de hace 30 años atrás que, con toda seguridad, incluso la racionalidad nos dice, los resultados estarían sesgados.”, mencionó Aguilar en un comunicado.
La línea de pobreza extrema representa la cuantía monetaria mínima para adquirir una canasta básica de alimentos que permitirá cubrir las necesidades nutricionales diarias de una persona; en tanto que, la línea de pobreza además de incluir los gastos alimentarios, incorpora otros gastos esenciales en bienes o servicios como vestimenta, salud, educación, servicios básicos, vivienda, entre otros. La autoridad explicó que hasta el 2019, el INE realizaba la medición de las líneas de pobreza para el área urbana con base en la Encuesta de Presupuestos Familiares 1990-1991, mientras que para el área rural utilizaba la Encuesta de Evaluación de Impacto del Fondo de Inversión Social de 1997. A partir de la gestión 2020, la actualización de las canastas básicas de alimentos para las ciudades capitales, El Alto, resto urbano y rural, se calculan a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2015-2016.
La EPF 2015-2016 permite contar con canastas para 12 dominios, que incluyen las nueve ciudades capitales, Sucre, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Tarija, Santa Cruz de la Sierra, Trinidad y Cobija, además de la ciudad de El Alto, un dominio de resto urbano y otro rural. Así también dicha encuesta cuenta con información actualizada de los patrones de consumo de la población, y refleja al mismo tiempo, los cambios demográficos, sociales, económicos y tecnológicos, que se han dado en los últimos años. El director señaló que “toda la labor técnica que sustenta esta actualización, fue sometida a los más altos estándares a nivel internacional y fue discutida con un equipo de especialistas del Banco Mundial, los cuales asintieron con la rigurosidad técnica del trabajo”.
Con la actualización, la pobreza en 2019 llega al 37,2% de la población boliviana. Un año antes, en 2018, con la serie antigua, el índice para la pobreza era del 34,6% y con la nueva subía a 39,9%. El director general ejecutivo a.i. del Instituto Nacional de Estadística (INE), Rubén Aguilar, presentó este miércoles la actualización de la canasta básica de alimentos y de las líneas de pobreza y pobreza extrema. Añadió que los datos se actualizan después de tres décadas y son el resultado de un amplio debate entre las entidades públicas encargadas de ejecutar políticas económicas e instituciones académicas. “Hay razones económicas y técnicas para que el INE realice la actualización de los indicadores de pobreza; la coherencia económica que debe existir para medir correctamente con base a los criterios de la realidad actual. Por otro lado, el INE, en estricto sentido, ya no debe monitorear la canasta básica de alimentos de hace 30 años atrás que, con toda seguridad, incluso la racionalidad nos dice, los resultados estarían sesgados.”, mencionó Aguilar en un comunicado.
La línea de pobreza extrema representa la cuantía monetaria mínima para adquirir una canasta básica de alimentos que permitirá cubrir las necesidades nutricionales diarias de una persona; en tanto que, la línea de pobreza además de incluir los gastos alimentarios, incorpora otros gastos esenciales en bienes o servicios como vestimenta, salud, educación, servicios básicos, vivienda, entre otros. La autoridad explicó que hasta el 2019, el INE realizaba la medición de las líneas de pobreza para el área urbana con base en la Encuesta de Presupuestos Familiares 1990-1991, mientras que para el área rural utilizaba la Encuesta de Evaluación de Impacto del Fondo de Inversión Social de 1997. A partir de la gestión 2020, la actualización de las canastas básicas de alimentos para las ciudades capitales, El Alto, resto urbano y rural, se calculan a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2015-2016.
La EPF 2015-2016 permite contar con canastas para 12 dominios, que incluyen las nueve ciudades capitales, Sucre, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Tarija, Santa Cruz de la Sierra, Trinidad y Cobija, además de la ciudad de El Alto, un dominio de resto urbano y otro rural. Así también dicha encuesta cuenta con información actualizada de los patrones de consumo de la población, y refleja al mismo tiempo, los cambios demográficos, sociales, económicos y tecnológicos, que se han dado en los últimos años. El director señaló que “toda la labor técnica que sustenta esta actualización, fue sometida a los más altos estándares a nivel internacional y fue discutida con un equipo de especialistas del Banco Mundial, los cuales asintieron con la rigurosidad técnica del trabajo”.